ORGULLO SU: Ex alumnas ‘2017 sirven como voluntarias en África

Terminado su IV° Medio, tres exalumnas de la Generación 2017 decidieron vivir un verano diferente y al servicio de otros. Bernardita Errázuriz, Francisca Gana y Christiane Mies, viajaron a Africa como voluntarias de la fundación Volunteering HQ.

En una pequeña localidad al sur de Sudáfrica, cercana a Capetown, trabajaron con las profesoras de una escuelita en el cuidado y educación de niños en situación de pobreza. Su objetivo principal fue enseñarles distintas habilidades y animarlos en la práctica deportiva.

“La experiencia social que nos dio el colegio, nos permitió vivir este viaje con mayor seguridad”, cuenta Bernardita Errázuriz, “nos enseñaron a tener iniciativa, a hacer las cosas de manera independiente y eso me ayudó muchísimo”.

Sobre esta inolvidable vivencia, Bernardita nos dio su valioso testimonio:

“Todo empezó conversando en el colegio con la Fran Gana. Las dos coincidimos que para nosotras era un sueño ir a ayudar a África; hacer un voluntariado. Y así empezamos a ver cómo hacerlo realidad.

Primero buscamos armar un grupo y se nos unió Christiane Mies, quien tenía la misma inquietud social. Investigamos varios proyectos de voluntariado hasta que elegimos International Volunteering HQ, que es un programa internacional de extranjeros que van a ayudar a distintas partes del mundo. Así decidimos ir a Sudáfrica, a una localidad al sur de Capetown, llamada Muizenberg.

Preguntamos mucho, porque las tres estábamos nerviosas del paso que estábamos dando. Y resultó. Era mi sueño desde chica, ese sueño que uno cree que nunca va a lograr y lo hicimos realidad.

Nos fuimos desde el 7 de enero al 14 de febrero. Participamos de un programa de voluntariado en 5 proyectos distintos, todo en inglés. Las tres juntas lo hicimos en “Childcare”, cuidado de niños, ayudando en una escuelita, apoyando a las profesoras con educación enseñándoles algunas materias, habilidades en computación, deporte y la preocupación de los niños en general.

Se trató de niños en situación de pobreza, quienes junto a sus familias, vivían en un basural con mucha diferencia respecto a los alrededores. Además de lo educativo, los llevábamos a la playa a hacer surf, porque es un deporte muy desarrollado allá y servía como actividad recreativa para los niños.

Lo que más me marcó fue darme cuenta que no hay tanta diferencia acá y en África, es lo mismo solo que en una cultura diferente. En todas partes hay un “África” por decirlo de alguna manera.  Lo que sí destaco es que todos eran muy alegres. No tenían nada, pero eran muy felices, los grandes y los chicos.

Cuando fuimos a misa, me llamó la atención que solo daban gracias. Eran como de tres horas, bien alegres, con cantos y bailes, pero a pesar de su pobreza se vestían con sus mejores trajes y solo agradecían. Contaban sus pecados en voz alta, y daba lo mismo quién eras y qué habías hecho, todos eran iguales. Solo había que dar las gracias, pedir perdón y siempre estar feliz. Eso era.

En ese sentido la experiencia social en el Colegio permitió vivir este viaje con mayor seguridad. Siempre me gustó la parte social y por eso supe desenvolverme también en África, fue algo natural. Nos enseñaron a tener iniciativa, a hacer las cosas de manera independiente; en el colegio para todo nos decían “trata de arreglártelas como a ti te parezca mejor” y eso me ayudó muchísimo. Porque allá estabas con dos amigas, pero en un contexto distinto, entonces tienes que “lanzarte a la vida”.

Nos fuimos así no más. Y esa valentía me la dio el colegio, la de sentirme mujer autónoma y que me la puedo; que se puede ayudar y ofrecer ayuda como sea, siempre se puede hacer algo; desde hacer la comida y ordenar a los niños chicos. Es algo que me inculcaron para siempre.

Aunque suene paradójico, la misma experiencia social que conocimos durante los años de colegio me hizo dar cuenta que tampoco hay que ir a África para ayudar. En La Granja, en Puente Alto, uno tiene que ayudar y sobre todo hoy, con tantos inmigrantes que vienen de Haití, podemos ayudarlos con el idioma, por ejemplo“.

Bernardita Errázuriz

Generación 2017

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